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TRADERS´ 06.2019

operaciones que estas en momentos en los que las

diferentes entidades estaban aparentemente más que

saneadas ofreciendo interesantes resultados.

Estos rendimientos estaban acomodados a los del

pasivo bancario llevando visualmente a engaño pues

facialmente eran muy altos pero siempre inferiores a

la inflación real.

Resumiendo, no existían estímulos para ahorrar.

En paralelo una de las mayores prioridades de la célula

familiar, si no la mayor, era la compra de vivienda,

costumbre inveterada y heredada con transmisión obli-

gada de padres a hijos por la que se debía ser propie-

tario del domicilio asumiendo para ello las posibles y

onerosas cargas hipotecarias. Hay que tener en cuenta

que en las décadas de los setenta y ochenta el precio

de los créditos con garantía real estaba por encima del

diez por ciento pero aún así y todo se optaba por esta

vía de “ahorro”.

Este – mal llamado – ahorro inmobiliario por el que

se creía que el precio de la vivienda mañana estaría

siempre por encima del de hoy absorbía la mayoría

del patrimonio familiar de los españoles, lo mismo que

ocurre en la actualidad.

La prehistoria

Tomando como año de partida 1985 la distribución de

la riqueza financiera familiar quedaba prácticamente

ubicada en los depósitos a la vista y a plazo de los

bancos y de las cajas que absorbían el 63% del saldo

global, 128 mil millones sobre los algo más de 203 mil

millones de euros totales.

Instrumentos de ahorro colectivos como los fondos

en sus diferentes versiones (inversión y pensiones)

no alcanzaban el uno por ciento mientras que la renta

fija y la bolsa cotizadas presentaban porcentajes muy

superiores por las razones ya comentadas. ¡Ahorro en

estado puro!

En este punto una acotación. El Banco de España en la

producción de sus datos incluye en el apartado “renta

variable no cotizada” el valor de los títulos que tienen

las familias en sus propias empresas, esto es las

acciones de las - normalmente - pequeñas y - en algún

caso – medianas corporaciones, activos que no deben

considerarse como inversión sino que son lo necesario

para que sus propias compañías puedan funcionar.

Los seguros de ahorro / vida, otra de las patas en las

que se sustenta la rentabilización del dinero, tampoco

tenían excesiva presencia.

Nacimiento de la inversión colectiva (…en España)

Los comienzos de la década de los noventa supusieron

una modificación en el escenario como resultado de

varias causas.

Por un lado, en 1989 se publicó la nueva reglamen-

tación de instituciones de inversión colectiva conti-

nuando seguidamente las de los planes de pensiones.

También tuvo especial relevancia la puesta en vigor

en 1992 de un incentivador y prometedor tratamiento

fiscal de las plusvalías derivadas de la tenencia de

activos financieros por el que se reducía su cuantía a

razón de un 7,14% anual para antigüedades superiores

a los dos años de forma que la aplicación progre-

siva de este porcentaje minoraba la carga impositiva

pudiendo llegar a cancelarla en el muy largo plazo.

Ante la expectativa de una bajada a medio o largo plazo

de los tipos de interés los bancos decidieron fomentar

el transvase de clientes de su pasivo a fondos de

inversión. Las dos entidades de depósito líderes del

sector lanzaron agresivas campañas publicitarias en

las que se ponderaba precisamente la atractiva tribu-

tación. “La isla del tesoro” y “la zorra y las uvas” fueron

lemas de la comunicación con los que se dejaba en

lugar poco decoroso a la Hacienda española.

Como sea que la transición de ahorro a inversión es

dura, los departamentos de marketing de los bancos

a través de sus gestoras de instituciones de inver-

sión colectiva (IIC) construyeron fondos de caracte-

rísticas conservadoras (básicamente deuda pública,

los llamados Fondtesoro) para así dar tranquilidad

y eliminar sobresaltos a los nuevos e inexpertos

partícipes.

Por citar un ejemplo, a cierre de 1991 la distribución del

patrimonio de los fondos de inversión era de un 88%

para los de renta fija en cualquiera de sus modalidades,

un 7% para los mixtos y el restante cinco por ciento en

productos en los que las acciones suponen mayoría.

En paralelo la positividad de la bolsa española cola-

boró en que las familias entraran de forma tibia en

los zocos de acciones ampliando sus posiciones en

valores no tradicionales.

PERSPECTIVAS

En 2000 sobre algo más de un billón de euros los depósitos redujeron su presencia

hasta poco menos del cuarenta por ciento.