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PERSPECTIVAS

TRADERS´ 09.2018

David Galán

David Galán es Director de Bolsa General,

trader y docente. Licencia de Operador de

MEFF y Postgrado en Productos Financieros

Derivados por Escuela de Finanzas y BME.

Director del Curso de Bolsa de la E.F Bussines

School de A Coruña y profesor en Gestión de

Carteras en el Master in Banking & Finance en

la Escuela de Finanzas, colabora con numero-

sos medios de comunicación y con importan-

tes brókers europe-os. Coautor de El pequeño

libro de los grandes inversores.

bolsageneral@bolsageneral.es

Sí, soberano. Por la segunda casilla, ordena que me

den dos granos; por la tercera, 4; por la cuarta, 8; por la

quinta, 16; por la sexta, 32…

Basta, le interrumpió irritado el rey. Recibirás el trigo

correspondiente a las 64 casillas del tablero de acuerdo

con tu deseo: por cada casilla doble cantidad que por la

precedente.

Pero has de saber que tu petición es indigna de mi

generosidad. Al pedirme tan mísera recompensa,

menosprecias, irreverente, mi benevolencia. En verdad

que, como sabio que eres, deberías haber dado mayor

prueba de respeto ante la bondad de tu soberano. Retí-

rate. Mis servidores te sacarán un saco con el trigo que

solicitas.

Durante la comida, el rey se acordó del inventor del

ajedrez y envió a que se enteraran de si habían ya entre-

gado al irreflexivo Sissa su mezquina recom-pensa.

Soberano, están cumpliendo tu orden, fue la

respuesta. Los matemáticos de la corte calculan el

número de granos que le corresponde.

Por la noche, al retirarse a descansar, el rey preguntó de

nuevo cuánto tiempo hacía que Sissa había abandonado

el palacio con su saco de trigo.

Soberano, le contestaron, tus matemáticos trabajan

sin descanso y esperan terminar los cálculos al amanecer.

¿Por qué va tan despacio este asunto?, gritó iracundo

el rey. Que mañana, antes de que me despierte, hayan

entregado a Sissa hasta el último grano de trigo. No acos-

tumbro a dar dos veces una misma orden.

Por la mañana comunicaron al rey que el matemático

mayor de la corte solicita-ba audiencia para presentarle

un informe muy importante.

Antes de comenzar tu informe, le dijo Sheram, quiero

saber si se ha entregado por fin a Sissa la mísera recom-

pensa que ha solicitado.

Precisamente por eso me he atrevido a presentarme

tan temprano, contestó el anciano. Hemos calculado

escrupulosamente la cantidad total de granos que desea

recibir Sissa. Resulta una cifra tan enorme…

Sea cual fuere su magnitud, le interrumpió con

altivez el rey, mis graneros no empobrecerán. He prome-

tido darle esa recompensa, y por lo tanto, hay que

en-tregársela.

Soberano, no depende de tu voluntad el cumplir seme-

jante deseo. En todos tus graneros no existe la cantidad

de trigo que exige Sissa. Tampoco existe en los graneros

de todo el reino. Hasta los graneros del mundo entero

son insufi-cientes. El rey escuchaba lleno de asombro las

palabras del anciano sabio.

Dime cuál es esa cifra tan monstruosa, dijo

reflexionando.

¡Oh, soberano! Dieciocho trillones cuatrocientos

cuarenta y seis mil setecien-tos cuarenta y cuatro billones