Compra y venta de acciones – El proceso de cada trader
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Las metodologías de compra y venta de acciones son infinitas, prácticamente una por cada inversor o especulador (evidentemente no se usa esta palabra en tono despectivo), o incluso más al haber personas que utilicen varios métodos dependiendo de la situación. Es decir, cuando se publican o se enseñan procesos de selección en una formación, se hace desde la experiencia de cada bloguero, divulgador, analista o profesor.
Como no podía ser de otra manera, éste es el caso del presente artículo en el que se muestra la hoja de ruta previa a la compra formada por cuatro puntos:
1.- Tendencia:
La base de este concepto es que en tendencias alcistas es más fácil ganar dinero comprando que en bajistas ya que hay más momentos de subidas que de correcciones. No necesariamente debe ser una continuación de la tendencia, sino que también un cambio de la misma ya consolidado o al menos con señales de cambio.
Este factor, sirve tanto para la propia acción, como para el mercado en el que está: un valor dentro de un sector que tenga una tendencia positiva también tiene más probabilidades de alcanzar objetivos.
2.- Descartes:
Si se coge una gran tendencia alcista global todo va a subir, sin embargo no pasa siempre, por lo tanto el saber escoger, o principalmente descartar determinados valores es muy provechoso.
La valoración fundamental, aún siendo un inversor que sigue el análisis técnico, es muy útil y nos ayuda a filtrar entre las empresas con potencial de las que nos pueden dar sustos desagradables como un profit warning, suspensión de cotización, falta de papel, etc. Como no todo es perfecto hay dos pegas a este complemento: (i) no nos libra con un 100% de seguridad y (ii) en el mayor de los casos habrá que fiarse de casas de análisis que pueden tener intereses, pueden ir siguiendo el precio o, simplemente, pueden fallar.
La volatilidad de una acción, especialmente si se utilizan (como se verá a continuación) stops de protección hace difícil la operativa. Ello no quiere decir que no se pueda pescar en un mercado volátil, más bien todo lo contrario (son momentos que preceden a movimientos alcistas importantes).
Muy ligado a la volatilidad está el factor “ruidos”, tanto positivos como negativos que provocan
movimientos bruscos al alza (que puede hacer que el inversor quiera subirse al carro) o a la baja (que haga que se piense que la compañía se ha convertido en un “chollo”). La paciencia es buena consejera y, sabiendo que se sacrificará alguna operación, la situación se tranquiliza
algunos días después y se puede entrar sin riesgos adicionales de salto de stop.
3.- Poner en el punto de mira:
Tras los pasos anteriores puede haber varias compañías que cumplan los requisitos, tal vez demasiadas, o bien para alguna se puede optimizar el momento. Para ello el análisis técnico es muy útil debido a que nos permitirá saber qué acción está en el momento, o bien hará que
esperemos sin apretar el gatillo hasta que llegue.
De nuevo, la paciencia es un factor importante, y de nuevo se sacrifi carán operaciones, pero ajustar el precio para tener más recorrido por arriba y que, al mismo tiempo, permita que el stop no esté muy alejado (siempre debería estar más cercano que el objetivo) a la larga da
resultados consistentes.
Cuando hablamos de análisis técnico lo hacemos de una cantidad de figuras, osciladores o indicadores casi infinitos, por lo tanto la simplicidad cobra un peso fundamental: usando muchos hará que la decisión sea más difícil, por una parte porque trabajar en un gráfi co muy sucio da sensación de desorden y por otro porque, al haber tantas señales, es posible que una sea de compra y otra de venta.
A modo de ejemplo, reiterando que es un artículo basado en la experiencia, usar sencillos soportes, resistencias, fi bonaccis, directrices, cruces de medias, algunas velas japonesas de cambio de tendencia y algún oscilador para momentos laterales o para divergencias
puede ser más que suficiente.
4.- Disparar con protección:
Aunque parezca que no, es el momento más complicado del proceso. Un buen inversor debe estar dispuesto a ser fi el a sí mismo, y en el momento en que una de las acciones que se ha seguido, que ha pasado los filtros y que ha dado una señal de compra hay que comprarla. La única excusa es que no haya liquidez, no hay otra.
Para más tranquilidad, este disparo debe tener un seguro, que no es más que poner un stop al mismo tiempo (nunca después) que suponga una pérdida inferior al objetivo
de revalorización. En este punto no hay más secreto.
¿Y qué hacemos con la venta?
El proceso en este caso es más sencillo, aunque más difícil
de llevar a cabo:
1.- Salta el stop:
No hay que darle más vueltas, y por supuesto no hay que bajarlo nunca: la falta de humildad o el miedo a perder puede hacer que se rebaje, lo que supondrá un error tremendo a la larga (lo peor es que salve una operación).
Solo se permite, y casi es obligatorio, bajar el stop bajo un supuesto: si se trabaja con gráficos que descuentan dividendos cuando se produce reparto de beneficios u otra operación corporativa que provoque un descuento del precio (que no una rebaja del mismo).
Evidentemente, si con cada compra se produce una ejecución del stop es que se está haciendo mal y hay que darle una vuelta (o varias) a la estrategia, si pasa de vez en cuando, aunque luego la evolución del precio sea el esperado , es un daño colateral que hay que asumir.
2.- Subir el stop hasta que salte:
Cada vez que la acción llegue al objetivo se sube el stop a una distancia prudencial. Para que sea lo más objetivo posible es conveniente marcarse dos objetivos de tal forma que se busque el siguiente cuando falta todavía mucho, esto hace que la elección del próximo sea lo menos
subjetiva posible.
Se trata de una serie de mecanismos que hacen más óptima la operativa y la aleja de decisiones subjetivas que nos llevan a cometer errores.
Este artículo ha sido escrito por Luis García Langa en la edición de marzo/2018 de TRADERS´ MAGAZINE. Lee y descárgate la edición completa ► Ediciones completas de TRADERS´ MAGAZINE